Reconduciendo objetivos

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Atardecer en Arganda. Foto por Dani.

A estas alturas de la vida he descubierto que me gusta correr… Ya sé que no llevo precisamente “una vida” corriendo, apenas son dos meses los que ahora cumplen desde que arranqué el 10 de diciembre de 2008. Sin embargo las sensaciones están ahí, y en este tiempo he tenido oportunidad de descubrir muchas de las circunstancias que hacen que correr sea algo muy atractivo (cuando se empieza bien).

En mis tiempos mozos hice mucho deporte, pero correr siempre fue una asignatura pendiente. El esfuerzo y el sufrimiento que me exigía hacían que lo aborreciera completamente. Y no será porque en mi vida no haya conocido gente (¡y familia!) que me animaban a probarlo. Parece que el ser humano ha de hacer las cosas cuando “a él” le parecen bien, por mucho que le insistan no dará su brazo a torcer mientras su “coco” no le acompañe en el sentimiento.

Estando en Zaragoza tuve la oportunidad de vivir una situación que Marciano Durán narra en su texto: yendo por el kilómetro 4-5, diviso delante de mí un señor andando ligero de pies; le imagino de camino a su trabajo, vestido con camisa, pantalón, jersey y zapato cómodo. Mira nervioso a un lado y a otro, se gira. Yo voy bastante retrasado y apenas se me ve, trotando en la zona “oscura” de la acera. Se encaja la chapela con energía, se sube el pantalón e inicia un trote agradable, aproximadamente a mi ritmo.

¿Será posible? ¿Acaso es uno de esos locos que echan a correr cuando nadie les ve? 500 metros más adelante alcanza a un transeúnte, y sus pies se paran; continúa andando a buen paso, pero ya no corre. Vuelve a colocar su gorra y paso por su lado… Adivino su mirada clavada en mi cogote.

-¡Ánimo! ¡No te pares!- me dan ganas de gritarle…

¿Por qué nos gusta correr? ¿Afán de superación? ¿Buscamos nuestros límites? ¿Queremos adelgazar? Quizá simplemente nos dejamos influenciar por los que dicen que correr es bueno… Aunque está claro que no siempre es así. ¿Nos gusta la competición? Esto ya es harina de otro costal, y es que no todo el mundo que corre compite. Indudablemente participar en carreras más o menos populares (según la capacidad de cada uno) hace que logremos cumplir objetivos y podamos fijarnos nuevos retos a medio y largo plazo. Pero, ¿es necesario? ¿O más bien nos sentimos incitados a "mostrar/demostrar" nuestros logros?

Vaya por delante que mi primera experiencia en este tipo de carreras ha sido estupenda… No podría haber ido mejor acompañado y el resultado ha sido magnífico. Además la gente con la que coincidimos es maravillosa.

Pero he hecho examen de conciencia. Y soy consciente de que es fácil “engancharse” a las populares. Demasiado fácil –y alguna vez ya avisé de que mi personalidad adictiva es un problema-. Después de darle muchas vueltas creo, francamente, que lo que quiero es correr. Sin más. Como dijo Jose Luis, el crono sólo debería servir para ponerle nombre a mis salidas. ¿Correr en populares? Pues sí, pero muy de tarde en tarde… No quiero volverme “dependiente” de buscar carreras, conseguir marcas y superar cronos. Tener que participar en una popular cada 2 semanas para poder sentir que “progreso” me causaría estrés, y no es lo que busco. Quiero tener sensaciones, buscar rutas nuevas, marcarme –antes que nada- mis propios objetivos personales, y si no los supero: ¡ya lo haré con tiempo! Pero tampoco vamos a ser drásticos. Darle a la zapatilla con amigos y familiares en alguna popular que nos sirva de excusa para el cochinillo, el entrecot, las fabes o la paella de después… ¡no está nada mal!

Espero ser capaz, y no dejarme llevar por la emoción de las competiciones. Porque ese chute de endorfinas quiero encontrarlo en cada salida, y no sólo en cada carrera.

Por lo pronto después de la carrera de Marzo, nos dedicaremos a correr y a disfrutar… No habrá próximas carreras a corto plazo. A ver si soy capaz de encontrar lo que busco o ésto acaba como el rosario de la aurora... :)

Hoy debo estar filosófico.