Foto por Dani.
Tener un hijo (entiéndase como término neutro: hijo o hija), te cambia la vida. A partir de ese momento vas a tener que tomar muchas decisiones. Déjate aconsejar, lee mucho, pero principalmente vela por tu hijo y a partir de aquí, haz lo que tú creas más conveniente. Afortunadamente nosotros teníamos a mi cuñada. Rompió el molde con muchos hábitos de crianza más o menos instaurados de generación en generación, y nos hizo a algunos abrir los ojos a otra forma de criar a los tuyos.
Gracias Alicia.
En general…
Compartir el lecho es un tema muy controvertido, sobre todo porque hay que tener en cuenta factores sociales y culturales, que no siempre son asumidos o comprendidos por las diferentes partes. Personalmente nos hemos encontrado con reproches y miradas de asombro e incomprensión por parte de familiares, conocidos y por supuesto, no tan conocidos. En la inmensa mayoría de las ocasiones parece que debes justificar tu opción (concepto importante que se repetirá a lo largo de esta reflexión), como si estuvieses cometiendo algún tipo de ritual satánico con tu/s hij@/s. Y sin embargo, nadie se extrañará o le parecerá raro si tu forma de dormir es en camas diferentes, o incluso en dormitorios distintos.
Ya adelanto que voy a intentar no copiar textos de libros, ni de artículos publicados, o al menos no en exceso (!), aunque sí me he basado en muchos de ellos para obtener mis propias conclusiones, como debería hacer cada uno en su seno familiar. Intentaré dejar unos cuantos enlaces y referencias interesantes con información sobre este hábito.
Tampoco pretendo declarar que compartir la cama sea la mejor forma de dormir, tan sólo hacer ver que es una opción más, y desde mi humilde punto de vista, la más natural. Que es tan segura como cualquier otra, tomando las medidas adecuadas, y que todas las parejas deberían sentirse lo suficientemente libres como para optar por este hábito si así lo desean.
Guía para dormir en la misma cama:
• Coloque al bebé sobre su espalda para dormir. La posición de cúbito supino es considerada como la mejor posición para dormir. Asegúrese de no utilizar cualquier cosa para apoyar o sostener a su bebé.
• Tenga cuidado al utilizar ciertos medicamentos Si toma medicamentos que le producen sueño, dormir profundamente, o estar muy cansado, la mejor alternativa es colocar a su bebé en una cuna al lado de su cama, para evitar el riesgo de aplastamiento o asfixia del bebé.
• Tenga cuidado con el tipo de materiales de cama. Almohadas demasiado mullidas, juguetes de peluche, plásticos y ropa de cama suelta pueden asfixiar a un bebé. Debe dormir sobre una superficie plana y firme, que esté cubierta por una sábana ajustada. Evite el uso de gruesos edredones o mantas para dormir.
• Evite el uso de alcohol o drogas. Si usted o su pareja ha estado bebiendo alcohol o tomando drogas, no haga que su bebé duerma con usted. El alcohol y las drogas pueden afectar su capacidad para despertar o para responder ante un peligro.
• No permita que nadie fume cerca del bebé. El humo del tabaco afecta a la respiración normal de un infante y pueden causar problemas médicos respiratorios entre otros. No comparta la cama, si usted es fumador.
• Evite poner a su bebé a dormir sobre superficies como sofás, sillones, camas de agua, futones, Estos no son lugares seguros para los bebés y puede aumentar el riesgo de ser asfixiado o atrapado.
• Evite el sobrecalentamiento de su bebé. Su bebé debe estar con ropa liviana para dormir, y la temperatura de su dormitorio debe mantenerse confortable para un adulto con ropa ligera.
Algunos enlaces:
A partir de cualquiera de ellos podréis obtener un montón de referencias de bibliografía sobre el tema:
Dicho esto…
En nuestro caso la opción elegida ha sido evidente, principalmente por el sentido del discurso: lactancia materna y compartir dormitorio, y colchón, con nuestro hijo (y los que vengan). Evidentemente existen estudios que tratan de avalar ambas posturas, aunque son mayores los que de algún modo pretenden demonizar alguna de ellas. En este caso trataremos de ofrecer una visión distinta y menos crítica del co-sleeping–neologismo adoptado para referirse al hábito de compartir la cama (bed sharing); en la Real Academia de la Lengua no se reconoce el término colecho-.
Como no puede ser de otra forma, este hábito está directamente relacionado con la lactancia materna (aunque no necesariamente ligado), ya que las mujeres que desean amamantar no deben olvidar que deben dar el pecho a demanda. Al dormir junto a su madre, el bebé puede acceder a la leche materna cuando desee, y la mamá sufre menos al poder estar más tiempo acostada mientras alimenta (o consuela) a su bebé. En contra, partimos del hecho de que muchas mujeres aseveran que ellas no pueden o no han podido dar el pecho porque no les subió la leche (para el tema de la lactancia me reservo otras entradas), y otras muchas que no se plantean dormir con su bebé porque su madre y su abuela no lo hicieron así, y es “la forma correcta” de hacerlo…
De igual modo, socialmente (en nuestra moderna, científica y sofisticada sociedad del s.XXI) no está aceptado -ni se suele respetar- compartir la cama como un hábito saludable y extendido de crianza. Incluso hay madres que dando el pecho insisten en coger al bebé para amamantarlo y volver a dejarlo en la cuna o en su cuarto al finalizar. Indudablemente, si esta decisión está tomada con conocimiento y por iniciativa propia, y no inducida por terceras personas, es sumamente respetable. Sin embargo, el poder del “qué dirán”, los comentarios de familiares y amigos, los falsos miedos inducidos por algunos pediatras (personas con poder de influirnos debido a su cercanía, o su posición de cuidado social y preparación médica), son factores que suelen ser decisivos para que una pareja opte por compartir –¡como mucho!- el dormitorio, en camas separadas (room sharing, no confundir con co-sleeping o bed sharing). Y en otros casos, dejar al bebé en otra habitación.
Retomando la idea de naturalidad de este hábito, he de confesar que me ha gustado mucho la página web del
ISIS (Infant Sleep Information Source), avalada por la
Universidad de Durham,
UNICEF,
La Liga de la Leche y el
NCT. En él se introducen los hábitos de sueño normales de los bebés humanos desde un punto de vista antropológico: “
las prácticas occidentales sobre el cuidado de los bebés son extremadamente recientes, y la biología de los bebés humanos espera algo muy diferente que las familias del s.XXI pueden proporcionar”. Así de triste, como suena, es la realidad, el bebé humano necesita recibir la leche materna que nos da un aporte calórico y energético vital; nace con los sentidos del tacto y el oído bien desarrollados, por lo que debe recibir contacto físico y notar la presencia de sus padres siempre; debe ser llevado, sostenido y sujetado cerca de la madre para poder sobrevivir; y necesita de la cercanía de la madre para terminar de desarrollar su sistema inmunitario, regulación térmica, etc… Hay que tener muy presente que no es una web que fomente este hábito, sino que informa y aconseja sobre cómo hacerlo de forma adecuada y responsable.
Lo cierto es que casi todas son verídicas... jaja.
De todos es conocido el caso de países con este hábito bien arraigado, como Japón, Korea, Israel, … Países que tienen el índice más bajo de muerte por Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (Sudden Infant Death Syndrome -SIDS-) ¡del mundo! Cuando se practica de forma segura, compartir el lecho con tus hijos salva vidas y contribuye a la salud de la madre y del bebé. El simple hecho de dormir con un adulto responsable reduce los factures de muerte por SIDS o de un accidente a la mitad.
Evidentemente, existen organismos como la American Academy of Pediatrics (AAP) SIDS Sub-Committe, que apunta al hábito de compartir la cama como causa fundamental de este síndrome, y recomienda compartir dormitorio, pero no el lecho. Es curioso que incluso algunos de los expertos pertenecientes a este comité se alarmen ante el posible mensaje que se hace llegar a través de estas recomendaciones: “[…] el mensaje que se está dando a las madres no es saludable (acaso inmoral), que no importa quién eres, o qué haces, tu cuerpo al dormir no es más que algo inerte, un arma potencialmente letal contra quien tu bebé no tiene control alguno. Si esto fuera cierto, ninguno de nosotros estaríamos hoy aquí teniendo esta discusión; porque la única razón por la que hemos sobrevivido es porque nuestras madres ancestralmente dormían con nosotros y nos amamantaban a lo largo de las noches. […]”.
Para no extenderme demasiado en la conclusión sobre cómo ocurre, y teniendo en cuenta que las razones argumentadas en contra no son evidentemente concluyentes, es así de simple: dormir junto a tu bebé es biológicamente apropiado (si quieres hacerlo), tanto como no lo es ponerlo boca abajo para dormir, o dejarlo en una habitación para que duerma por sí solo. Y aún más cuando está íntimamente asociado a la lactancia.
Está claro que muchos verán los “inconvenientes” de dormir juntos. Personalmente he tenido que lidiar con argumentos como:
- “te quedas sin sitio en la cama” –pues te compras una más grande-;
- “es peligrosa la altura del colchón al suelo” –pues pones unas barreras, o mejor aún, pones el colchón en el suelo y así puedes poner otro al lado y haces la cama más grande-;
- “vas a aplastar al niño” –está claro que eso es poco menos que imposible, siempre que se respeten ciertas normas-;
- “vas a dormir peor” –pues no hay nada más falso, prácticamente no hemos tenido malas noches, y si las ha habido, no ha sido porque el niño llorara por hambre o por soledad, sino por haber estado malito-;
- y un largo etcétera…
Otros incluso argumentarán que el bebé sufrirá una dependencia extrema de sus padres: yo nunca he visto un hijo/a de 15 años queriendo dormir en la habitación de sus padres… Sin duda, mientras sean pequeños querrán dormir con nosotros……. ¿Y qué hay de malo en ello? Ellos salen por sí solos del dormitorio familiar cuando se ven suficientemente autónomos.
En resumen...
Sólo me queda animaros, si tenéis dudas o lo estáis pensando, a practicar este hábito siempre de forma responsable. No os arrepentiréis. Yo tengo claro que el día que mi/s hijo/s quieran dormir solos los echaré mucho de menos, y quizá quien no esté preparado sea yo.