Anda vente

De vez en cuando me estoy dando el capricho de salir con algún partner de correrías. No es algo que me apasione, ni siquiera me entusiasma, pero me viene bien para cambiar un poco el rollo y darme algo de caña. Aunque nada más que sea por "el qué dirán". Siempre he salido solo -salvo cuando venía Ana conmigo, o se apunta mi hermano o Rafa-, y así lo prefiero: paro cuando quiero, bajo ritmos cuando me apetece o aprieto cuando me siento bien. No tengo que poner caras, dar excusas, aguantar el tirón, ni cosas por el estilo. Corro para disfrutar.



Foto por Carlos Velayos



No quiero que nadie me malinterprete, no es que no disfrute con compañía. Simplemente me siento mejor solo. Empiezo pensando en cómo voy. Siempre, durante los primeros kilómetros mi cuerpo manda y absorbe toda la atención: piernas, gemelos, respiración, cansancio, pulsaciones...; mil sensaciones que poco a poco van dando lugar a pensamientos variopintos. Pienso -pienso poco lo sé-, esa hora larga me da para mucho, aun partiendo de la base de que mis neuronas patinan de vez en cuando. Qué le voy a hacer, soy un runner antisocial.

Después llega lo que Jose Moratinos llama el flow, o sea, en mi caso el modo inconsciencia puesto en ON: pasan los kilómetros y si todo ha ido bien durante la primera parte, disfrutas del paisaje, de la cadencia de la pisada, de no pensar mucho (sí, sí, que también hay que darle tregua al coco)...

Coño, como me enrollo... ¿Todo ésto para decir que han caído 17km con un compañero de curro? Ay, que mal estamos... ¡¡¡Ánimo que mañana es viernes!!!